La Cooperativa del Campo hoy

Su actividad se centra en la elaboración y venta de vino, vinagre de vino, y aceite. Todos estos son productos de primera calidad; unos productos que resultan exclusivamente de la transformación de frutos del término de Maldà y de términos vecinos. Su elaboración sigue procedimientos largamente contrastados y naturales. La Cooperativa de Maldà vende vino blanco de la variedad macabeo, y vino tinto de la variedad tempranillo. Los vinos de Maldà forman parte de la denominación de origen Costers del Segre.

La Cooperativa también elabora un excelente vinagre de vino natural. El aceite que produce nuestro molino cooperativo tiene la denominación de origen protegida Les Garrigues y es valorado como uno de los mejores de los que conforman este ámbito, como lo demuestra la fama conseguida y el amplio perímetro geográfico del que provienen los sus compradores.

La Cooperativa del campo de Maldà: una larga historia, una dilatada tradición de buen hacer.

La Cooperativa del Campo de Maldà arranca de una larga tradición asociativa del pueblo de Maldà. Así, el lugar donde actualmente está el molino del aceite y la industria del vino, detrás de la capilla románica de Sant Pere, había sido hasta 1888 el molino de aceite del propietario de maldanense Andreu Guasch: el local del Sindicato está ubicado en un espacioso molino aceitero de la antiquísima casa Guasch, de este pueblo. Así lo recuerda La Vanguardia en su número correspondiente al 20 de diciembre de 1932.

En 1888 Guasch vende casa y propiedad a Don Guillem de Boladeras i Romano, abogado, que al año siguiente compra otra propiedad en Maldà, convirtiéndose así en uno de los principales propietarios de la villa. De Boladeras pasa a ser el propietario del molino de aceite del la casa Guasch. Don Guillermo tal como se le conoce en estas tierras, promueve, en el marco de la crisis aguda que afecta al mundo del vino a partir de 1890, la Cámara Agraria Oficial de Maldà (1891), la primera cronológicamente del Estado. El mítin fundacional de esta Cámara, verificado el día de Reyes de 1891, se celebra en la explanada que hay detrás de su molino. Hoy explanada y fábrica de aceite son de la Cooperativa del Campo de Maldà.

Guillem de Boladeras entre los años noventa del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, ha adquirido otras propiedades importantes en las comarcas leridanas - la propiedad de la Pleta y otros fincas en Sant Martí de Maldà y la finca de Concabella en Juneda – y en Aragón. No obstante, de Boladeras, que ha llevado una gestión bastante directa y minuciosa de sus cultivos, y que la ha llevado según criterios de modernidad agronómica, acaba desengañado de los beneficios de la tierra. En este marco, que Guillermo de Boladeras, que es alcalde de Barcelona entre 1903-1904 y el 1913-1914, comienza a venderse las propiedades de Poniente. En Maldà, el molino del aceite lo compra una entidad recientemente constituida: el Centro Católico Agrícola inaugurado el mes de mayo de 1911 y que tiene en el notario, propietario y escritor Manuel Gaya y Tomás uno de sus promotores principales. Apenas, el Centro es quien promoverá, como entidad propia, el Sindicato Católico Agrícola de Maldà, el reglamento del cual es aprobado por el gobernador civil de Lleida en noviembre de1915.

El Sindicato Católico Agrícola de Maldà es el antecedente directo de nuestra Cooperativa actual. Este sindicato es un exponente destacado del sindicalismo católico agrario en las tierras de Lleida. El sindicalismo católico agrario, con una fuerte implantación en otros territorios del estado español, lo suelen promover propietarios con la voluntad de una cierta integración de las diferentes clases que viven de la tierra. Asimismo, como ocurre en Maldà, el sindicato suele ser iniciativa de asociaciones católicas dedicadas al ocio y a la enseñanza. Lo vemos así en Vilanova de Bellpuig o en Santa Coloma de Queralt donde son sendos centros católicos quienes promueven los respectivos sindicatos, o lo podemos ver también en Verdú o Tàrrega, donde son el Patronato Sant Pere Claver y el Patronato San Jordi quienes inician los sindicatos que están vinculados. Cabe decir, por otra parte, que el Sindicato de Maldà nace en un momento histórico de auténtico estallido del sindicalismo agrario.

Dice la crónica referida de La Vanguardia a propósito de la organización del Sindicato de Maldà: se Compone este Sindicato de varias secciones, con una junta por cada una de ellas, que cuida de lo concerniente a su sección. La sección de aceite es la primera sección que funciona del Sindicato de Maldà. Los nuevos socios de la entidad aprovechan la infraestructura del molino de Guillem de Boladeras. Desde la primavera de 1932, el sindicato renueva buena parte del molino del aceite con máquinas modernas y nuevos aparatos, que permiten obtener un aceite que casi puede afirmarse no se presenta otro igual y de mejores condiciones en los mercados de Barcelona. Así puntualiza el corresponsal de La Vanguardia las importantes obras en el Sindicato de Maldà:

En el espacioso salón de trituración de las aceitunas hay un gran rodillo (en desuso) y unas curvas en estilo de Italia, desde las cuales la pasta va a parar a una máquina batidora y completamente desmenuzado va a parar a la prensa hidráulica.

En los talleres de don Magí Figuerola, de Les Borges Blanques, se han construido las bombas eléctricas para el funcionamiento de la prensa hidráulica, una batidora continúa en frío y caliente que ha sido visitada por peritos y por un ingeniero mecánico, quedando admirados de su mecanismo y Funcionamiento.

En los talleres de don Ramon Sans, de dicho pueblo de Les Borges Blanques, se ha construido una caldera con tubería abajo y arriba y radiación para la calefacción de la fábrica, que continuamente está en un mismo grado de calor.

En los talleres Hispania, de don A. Martín Pellicero, de Barcelona, se ha construido una máquina separadora centrífuga, en la que discurre el aceite de la prensa hidráulica, va a parar a unos depósitos de azulejos de la casa Monsenych, de Reus, que una vez reposados pasan a unos grandes depósitos, mientras que las aguadas y residuos del aceite van a la máquina centrífuga, desde la cual sale el aceite completamente filtrado. Una vez el aceite en los grandes depósitos, por medio de una tubería va a Otro depósito, en donde se llenan los bocoyes para su exportación.

La instalación eléctrica de la fábrica ha sido hecha por el joven aficionado don Josep Mª Gaya (hijo) [Josep M. Gaya Saltó, de cal Miret], de este pueblo. El Encargado de la fábrica es Josepet del Carreté.

En estas obras del molino del Sindicato han intervenido seis albañiles dirigidos por el maestro Esteve Costa Aymerich. En estos momentos, el sindicato cuenta con 140 socios, la práctica totalidad de los cuales son de Maldà mismo. Medio año más tarde, en julio de 1933, una delegación del Sindicato de Maldà participa en la magna asamblea agraria que se celebra en el teatro Fortuny de Reus para que el gobierno ratifique el tratado comercial con el Uruguay.

En enero de 1937, medio año después de comenzada la Guerra Civil, una comisión del Sindicato de Maldà y de cuarenta y dos sindicatos más de las tierras de Lleida que hacen aceite, piden la intervención de las consejerías de Abastecimientos, Economía y Agricultura de la Generalitat para que frenen la especulación en el mercado del aceite, haciendo que este producto sea más asequible en el mercado interior y que sea menos gravosa su exportación.

A tales efectos, los campesinos piden que la Generalitat los compre directamente aceitunas, seleccionado sus clases, a un precio mínimo de tres pesetas el kilo, y que, en su defecto, los adelante, a cuenta de la cosecha, unas cantidades de dinero que les permitan una cierta autonomía económica. Una década más tarde, en plena posguerra, la producción de aceite del Sindicato - ahora esta entidad, como todas las de su naturaleza, forman parte del sindicalismo vertical del Movimiento Nacional - vive otra problemática de signo muy diferente: ahora son las eventuales desviaciones de aceite hacia el mercado negro, las que llevan el sindicato a situaciones de conflicto agudo con la Dirección de Abastos.

Otro hito destacado en la historia del la cooperativa de Maldà son las severas heladas y las graves sequías que afectan al pueblo y la región seca circundante durante la segunda mitad de los cincuentas del siglo XX. Son destacables en este sentido los fríos del invierno de 1956. Estos años se produce una dramática muerte de los olivos. Estos episodios, como los fríos del invierno de 1970, que vuelven a matar a los olivos, provocan unas importantes migraciones de campesinos hacia Barcelona y el Vallès, con el consiguiente resentimiento del sindicato y de la agricultura local en general.

Restablecida la democracia, con el nuevo ordenamiento jurídico, el sindicato de Maldà pasa a ser la Cooperativa del Campo de Maldà. A finales de los ochenta del siglo XX, la cooperativa integra una parte importante de campesinos que quedaron al margen. Finalmente, cabe destacar que durante los noventa, la cooperativa maldanense afrontó una importante renovación del molino del aceite, lo que le permitió ofrecer unos aceites de gran calidad.

Joaquim Capdevila i Capdevila